Mientras los filósofos no sean reyes,
o los reyes y príncipes de este mundo carezcan del espíritu y poder que infunde la filosofía,
y la grandeza política y la sabiduría no se unan en una misma persona,
y no se obligue a permanecer a un lado a aquellas naturalezas plebeyas
que persiguen una de ellas con exclusión de la otra,
las ciudades nunca remediarán sus males.
martes, 27 de noviembre de 2007
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