miércoles, 9 de enero de 2008

LIBRO DE SWEEZY

I. EL MÉTODO DE MARX

En este capitulo se expone de forma breve, los principales elementos de la actitud de Marx ante la economía política.

El Uso de la Abstracción:

Marx es partidario del método Abstracto deductivo. Es el método de las aproximaciones sucesivas, que avanza paso a paso de lo más abstracto a lo más concreto, de modo que la teoría pueda tomar en cuenta y explicar una esfera cada vez más vasta de fenómenos reales.
El principio de la abstracción es por si mismo incapaz de rendir conocimiento; las dificultades estriban en la manera de explicarlo. Surgen dos cuestiones:
- ¿Qué problema se examina?
- ¿Cuáles son los problemas esenciales del problema?

La respuesta a las dos preguntas es que no podemos abstraer, y dentro de esos límites se puede lograr enmarcar una serie de suposiciones de conformidad con criterios de convivencia y sencillez. La primera pregunta deja claro, que los economistas no siempre han estado de acuerdo sobre sus objetivos. Existe una superposición, lo que no quiere decir, que existan dos problemas iguales. De esto se sigue que no haya dos investigadores que manejen sus materiales de igual manera, con diferentes métodos llegar ambos investigadores a soluciones igualmente ciertas.
La tarea específica de la abstracción es, poner en relieve lo esencial en contraste con lo llamado no esencial. En la práctica se precisa formular hipótesis acerca de lo que es esencial, profundizar en esas hipótesis y comprobar las conclusiones con los datos de la experiencia. Para comprender la ciencia, se debe identificar las hipótesis clave e identificar de donde las ha obtenido y como desarrolla sus implicaciones.
Marx tomo una actitud ante la economía política se formó y determinó mucho antes de que decidiera hacer de los estudios económicos su principal ocupación.
La principal preocupación de Marx era la sociedad en su conjunto, y muy especialmente el proceso de cambio social. La Economía política, donde se desarrolla el ímpetu del cambio social, intentando relacionar los factores económicos y no económicos en el conjunto de la existencia social. La clave del cambio social se encuentra en los cambio del modo de producción, Marx dedicó a un estudio completo de la economía política, desde un punto de vista de las leyes que rigen los cambios del modo de producción. En su obra “El manifiesto Comunista” (1847), la historia de todas las sociedades que han existido es la historia de la lucha de clases. Las fuerzas económicas en la acción se manifiestan en conflictos de clases bajo el capitalismo, como bajo las formas anteriores de la sociedad. De aquí se sigue que las relaciones económicas esenciales son aquellas que están debajo y se expresan en las formas de conflictos de clase. Estos son los elementos esenciales que deben ser aislados y analizados por el método de abstracción.
La relación principal es la que existe entre capitalistas y obreros. La sociedad en su conjunto se divide en dos campos hostiles, en dos grandes clases que se enfrentan una a otra: la burguesía y el proletariado. Esta relación es el centro de la investigación; el poder de abstracción debe usarse para aislarla, traducirla en su forma más pura, para poder analizarla de forma profunda. Para ello, es necesario dos pasos:
- todas las relaciones sociales, exceptuando las que existen entre capital y trabajo, hay que suponerla provisionalmente alejada, para reintroducirlas, una por una en una, sólo en una etapa ulterior del análisis.
- La relación capital-trabajo misma debe reducirse a su forma o formas más importantes. La importancia esta en las características y tendencias estructurales de toda sociedad.
Marx escogió la segunda forma, la relación capital –trabajo que surgen en la esfera de la producción industrial como las más importantes de la sociedad capitalista industrial. Es una relación de cambio. Por ello mismo, la relación capital-trabajo debe comenzar por un análisis del fenómeno general del cambio. De este modo llegamos al punto de partida de la economía política de Marx. El análisis de las mercancías implica el análisis de la relación de cambio y su aspecto cuantitativo (valor de cambio); además incluye un análisis del dinero.
El propósito legítimo de la abstracción de la ciencia social es aislar ciertos aspectos del mundo real para fines de investigación intensiva. Operar en un alto nivel de abstracción es lo mismo que decir, que considerar un número relativamente pequeño de aspectos de la realidad. La parte relacionada con el capital-trabajo tiene un carácter ilustrativo o histórico.

El carácter histórico del pensamiento de Marx:

Para Marx la realidad social es un proceso de cambio inherente al juego , no conoce finalidad ni estaciones de parada. El proceso de cambio social es producto de la acción humana, que esta limitada en forma precisa por la clase de sociedad en la que tienen sus raíces. La sociedad cambia, y dentro de ciertos límites puede ser cambiada. La acción humana es responsable de los cambios que sufre y sufrirá el sistema.

II. EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO.

El estudio de las mercancías es el estudio de la relación económica del cambio. La producción simple de mercancías, es como decir una sociedad en la que cada productor posee sus propios medios de producción y satisface sus múltiplex necesidades por el cambio con otros productores se encuentran en situación similar.
Para Smith la división del trabajo es el aumento de la productividad, para este autor le es imposible concebir la idea de división del trabajo independiente del cambio. Por que el cambio es anterior a la división del trabajo y es causa de ella. El cambio y la división del trabajo son las columnas que sostienen la sociedad civilizada.
La ciencia económica es la ciencia de producción de mercanciaza, por ello, los problemas de la economía política tienen un carácter exclusivamente cuantitativo; empiezan con la relación de cambio, la relación cuantitativa básica entre las mercancías, que se establece a través del proceso de cambio.
Marx tiene un criterio diferente al de Smith, él no niega la existencia de relaciones entre la producción de mercancías y la división del trabajo. Para Marx, la producción de mercancías no es la forma universal e inevitable de la vida económica. Es una de las formas posible de la vida económica. La producción de mercancías es separada del reino de los fenómenos naturales y se convierte en materia valida de la investigación histórico social. El economista ya no puede ya confinar su atención a las relaciones cuantitativas que nacen de la producción de mercancías; también debe dirigir su atención al carecer de las relaciones sociales subyacentes en la forma mercancía. Las tareas de la economía política no son sólo cuantitativas, sino también cualitativas.
El valor de cambio existe en la relación cuantitativa entre productos.

2. El valor de uso.

Toda mercancía tiene doble aspecto, el valor de uso y el valor de cambio.
El valor de uso no da a una mercancía ningún carácter peculiar, los objetos de consumo tienen siempre el mismo valor de uso. El valor de uso, expresa cierta relación entre el consumidor y el objeto consumido. Dentro de la economía política, el valor de uso como tal queda fuera del campo de investigación de la economía política, ya que se encarga de estudiar la relación entre las gentes.
Lionel Robbins, (escuelas no marxistas) considera el sistema económico como una serie de relaciones independientes aunque conceptualmente discretas entre hombres y bienes económicos, por ello, se deduce que el valor de uso ocupa una posición central entre las categorías de la economía política.

3. El valor de cambio.
En el valor de cambio las mercancías tienen una característica única. El valor de cambio aparece como una relación cuantitativa entre cosas, entre las mercancías mismas. Según Marx, la relación cuantitativa entre las cosas, que llama valor de cambio es, solo una forma exterior de la relación social entre los propietarios de mercancías, entre los productores mismos. La relación de cambio como tal, es una expresión del hecho de que los productores individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajen en realidad unos para otros. Su trabajo tiene carácter social que le es impreso por el acto de cambio.
El concepto de valor de cambio se aplica solo cuando las mercancías están presentes en plural, ya que expresa una relación entre mercancías. Una mercancía para Marx es un simple valor. Como valor una mercancía es un rasgo de una forma histórica específica de la sociedad que se distingue por dos características principales: la división del trabajo desarrollada, y la producción privada.

4. Trabajo y valor.
El valor que esta oculto detrás del valor de cambio. Solo una propiedad de la mercancía nos permite suponerla portadora y expresión de relaciones sociales, a saber, su propiedad como producto de trabajo. Como tal se considera ya desde el punto de vista de la producción como actividad humana materializada.
El trabajo también tiene dos aspecto, el del valor de uso y el valor de mercancía que produce. A la mercancía como valor de uso corresponde el trabajo como trabajo útil.
El carácter útil del trabajo no es más que el gasto de fuerza humana de trabajo. Lo que el valor de uso es el valor de uso es el valor en el caso de la mercancía, el trabajo útil es al trabajo abstracto en el caso de la actividad productiva. Resumiendo. El trabajo es un gato de fuerza humana de trabajo y en su carácter de trabajo humano abstracto idéntico, crea y forma los valores de las mercancías. Todo trabajo es gasto de fuerza humana de trabajo en una forma especial y con un fin preciso, y en éste, su carácter de trabajo útil concreto, produce valores de uso.

5. El trabajo abstracto.
El trabajo abstracto es abstracto solo en el sentido completamente recto de que se pasen por alto todas las características especiales que distinguen a una clase de trabajo de otra. La expresión trabajo abstracto es, el trabajo general, es lo común a toda actividad humana productiva.
La sociedad capitalista se caracteriza por un grado de movilidad del trabajo mucho mayor que el que prevalecía en cualquier forma anterior a la sociedad. En la sociedad capitalista una proporción del trabajo humano prevé de acuerdo con la demanda cambiante. Las diferentes clases específicas de trabajo que existen en un momento dado y las cantidades relativas de cada una vienen a ser cuestiones de importancia secundaria en cualquier noción general del sistema económico. El volumen total de la fuerza de trabajo social y su nivel Genaro de desarrollo. De ellos de pende las potencialidades productivas de la sociedad, ya sea en la producción de artículos de consumo o en la producción de implementos de guerra.
Marx subraya: la abstracción del trabajo es el resultado de una suma concreta de diferentes tipos de trabajo. El trabajo se ha convertido en una categoría y también en un medio de generar riqueza, que ha dejado de desarrollarse junto con el individuo en un destino particular.
La reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver detrás de las formas especiales que el trabajo puede adoptar en un momento dado cualquiera, una suma de fuerza de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo depende en ultima instancia la capacidad productora de la riqueza de la sociedad. La adopción de ese punto de vista, lleva a la movilidad del trabajo a un grado muy superior al de todas las formas anteriores de sociedad.

6. Las relaciones de lo cuantitativo con lo cualitativo en la teoría del valor.
Veremos en este apartado lo que implica la tesis de que el trabajo abstracto es una sustancia del valor. Una mercancía tiene en común con todas las demás mercancías, absorber una parte del total de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad. La mercancía es el punto de partida y la categoría central de la economía política de los tiempos modernos. Se llega a estas conclusiones a través de un análisis cualitativo, la significación básica como las tareas principales de la teoría del valor cuantitativo son determinadas por el análisis cualitativo.
La teoría del valor cuantitativo solo concierne descubrir que las leyes que rigen las proporciones relativas en que las mercancías se combinan unas por otras. Para Marx el valor de cambio es tan solota forma fenomenal bajo la cual se oculta el valor mismo.
El hecho de que una mercancía sea un valor significa que es trabajo abstracto materializado, o en otras palabras, que ha absorbido una parte del total de la actividad productora de la riqueza de la sociedad.
La teoría central del valor cuantitativo surge del valor como magnitud.

7. El carácter fetichista de las mercancías.
Bajo las formas de organización de organización social hemos descubierto la sustancia de las relaciones sociales. La realidad se percibe en términos de forma, entre forma y sustancia existe una brecha que solo puede llenar el análisis crítico. Las ideas a que esta forma de organización social da origen a menudo tienen sólo una relación remota y desnaturalizada con las relaciones sociales reales que yacen bajo de ella.
En a producción de mercancías la relación básica entre los hombres adopta la fantástica forma de una relación entre la cosas. Esta materialización de las relaciones sociales es el corazón del fetichismo de Marx.
Sólo cunado la producción de mercancías adquiere un desarrollo tan alto y una difusión tan grande como para dominar la vida de la sociedad, el fenómeno de la materialización de las relaciones sociales adquiere importancia decisiva.
Una vez que el mundo de las mercancías ha realizado su independencia, y sometido a los productores a su dominio, estos últimos empiezan a mirarlo en mucho del mismo modo que ven ese otro mundo externo al cual tienen que aprender a adaptarse, al mundo de la naturaleza misma.
La aplicación de las ideas y los métodos a la ciencia natural a la sociedad es uno de los rasgos más notables del periodo capitalista. Si bien el desarrollo de las ciencias naturales mismas ciertamente, en parte, la causa de ello, las profundas raíces del fenómeno hay que buscarlas en un cambio de aptitud hacia la sociedad, que fue el reflejo del florecimiento de la producción de mercancías. Sus raíces específicas en las características de la producción de mercancías, tanto como su conexión con las doctrinas afines de la ley natural y el automatismo social, son esclarecidas por la teoría del fetichismo de Marx.
La materialización de las relaciones sociales ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, en dos sentidos: - las categorías de la economía capitalista, consideradas como si fueran las inevitables categorías de la vida económica en general. Los sistemas económicos anteriores han sido vistos como versiones imperfectas del capitalismo moderno y juzgados en consecuencias.
El hecho de que la economía política moderna haya seguido con firmeza esta línea de conducta es la mejor prueba de la subordinación al fetichismo inherente a la producción de mercancías.
En segundo lugar esta la atribución del poder independiente a las cosas no es un ninguna parte más clara que la división tradicional de los factores de producción en tierra, trabajo y capital, de cada uno de los cuales se piensa que produce un ingreso a sus propietarios.
La teoría del valor y la distribución esta en el nivel más alto de la economía clásica que había puesto la base para una concepción racional de las relaciones de producción capitalista, según Ricardo. Marx continúa lo dicho por este autor, poniendo a l descubierto las relaciones sociales reales subyacentes en las formas de producción de mercancías. La forma de producción de mercancías constituye el velo más eficaz posible para ocultar el verdadero carácter de la clase de la sociedad capitalista.
El mundo de las mercancías aparece como un mundo de iguales. El obrero enajena su fuerza de trabajo, la cual permanece opuesta a él como cualquier mercancía de su propietario.
El análisis crítico de la producción de mercancías, tiene un carácter históricamente relativo a la justicia capitalista y a la legalidad capitalista. La doctrina del fetichismo tiene implicaciones que rebasan en el mundo de los límites convencionales de la economía política y del pensamiento económico.
El desarrollo de la producción de mercancías bajo las condiciones del capitalismo exhibe, una intensa racionalización de sus procesos parciales y, por otra, una creciente irracionalidad del funcionamiento del sistema como un todo. Es una de las principales contradicciones del sistema capitalista. Un sistema social que tiene dominio sobre el hombre lo educa hasta el punto de que es capaz de controlar su propio destino. Al mismo tiempo, le impide advertir los medios de ejercer el poder que esta a su alcance, y desvía de más en más sus energías por cauces poco recomendables.
La teoría del valor cualitativo con su colorario en la doctrina del fetichismo de la mercancía, es el primer paso esencial en el análisis marxista del capitalismo


III. EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO

1. El primer paso.
En toda sociedad, desde la más primitiva a la más avanzada, es esencial que el trabajo se aplique a la producción y que los productos sean distribuidos entre los miembros de la sociedad. Lo que cambia es la forma de llevar a cabo estas actividades de producción y distribución. El valor del cambio es un aspecto de las leyes que gobiernan la actividad productiva. Descubrir la naturaleza de estas leyes en términos cuantitativos es la tarea de la teoría del valor cuantitativo. Ha constituido el punto de partida tradicional de la moderna economía política.
Las mercancías se cambian en el mercado en ciertas proporciones precisas; absorben también cierta cantidad precisa de la fuerza de trabajo disponible en la sociedad. Hemos de mencionar en este punto dos calificaciones obvias: en primer lugar, en la determinación del valor no debe tomarse en cuenta más trabajo que el socialmente necesario, es decir, necesario en la condiciones sociales existentes. “El tiempo de trabajo socialmente necesario es el que se requiere para producir un artículo en las condiciones normales de la producción y con el grado medio de habilidad e intensidad comunes en un momento dado”. En segundo lugar, el trabajo más calificado que el trabajo medio o simple debe tener, correlativamente, una mayor capacidad de producir valor. La relación entre estos dos tipos de trabajo es teóricamente susceptible de medición independiente de los valores de mercado de sus productos.
Aquí hay dos posibilidades, o bien el trabajador calificado es más proficiente por una habilidad natural superior, o bien el trabajador calificado es más proficiente por su entrenamiento superior. La influencia ejercida por la habilidad y el entrenamiento sólo se hace sentir lentamente y de modo imperfecto, y con frecuencia en formas no evidentes.
“Los críticos de la teoría del valor de Marx” (y de Ricardo) han sostenido siempre que la reducción del trabajo calificado a trabajo simple implica el razonar en un círculo vicioso. El argumento parece ser que la mayor capacidad del obrero más calificado para crear valor se deduce del mayor valor de su producto. Un ataque más sustancial a la teoría concentraría la atención en la suposición de que las diferencias en habilidad natural son más o menos constantes, aun cuando los obreros sean transferidos de una línea de producción a otra. Podemos seguir a Marx cuando abstrae de las condiciones del mundo real lo que hace necesaria la reducción: “En obsequio a la sencillez, de aquí en adelante tomaremos cualquier clase de trabajo por trabajo simple, no calificado; con ello no hacemos más que ahorrarnos la molestia de hacer la reducción”.
Sería un error grave suponer que el capítulo I de “El Capital” contiene toda la teoría del valor cuantitativo de Marx. En lo que concierne al problema de dicho valor, no intenta ir más allá de la primera aproximación contenida en la proposición de que las mercancías se cambian unas por otras en proporción a la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporar en cada una.


2. El papel de la competencia
Veamos primero bajo qué condiciones las proporciones del cambio corresponderían exactamente a las proporciones del tiempo de trabajo. Sólo una proporción del cambio constituye una situación estable. Ésta es la proporción de cambio que puede conservar el equilibrio. Los individuos deben tener el deseo y la posibilidad de competir libremente por cualesquiera ventajas que puedan presentarse en el curso del cambio, transfiriendo su trabajo de una línea de producción a otra. Dada esta clase de competencia, en una sociedad de producción simple de mercancías, la oferta y la demanda estarán equilibradas sólo cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla. A la inversa, se establecerán precios proporcionales a los tiempos de trabajo sólo en caso de que las fuerzas competidoras de la oferta y la demanda puedan trabajar libremente. Por lo tanto, la teoría de la determinación de los precios por la oferta y la demanda concurrentes, no sólo no contradice la teoría basada en el trabajo, sino que más bien forma parte integrante, aunque a veces no aceptada, de ella.
En el volumen tercero del capital leemos que la relación de demanda y oferta explica por una parte sólo las desviaciones de los precios de mercado con respecto a los valores de mercado, y por otra parte la tendencia a balancear estas desviaciones, en otras palabras, a suspender el efecto de la relación de demanda y oferta. En el momento en que oferta y demanda se equilibran mutuamente, y por lo tanto, cesan de actuar, el precio de mercado de una mercancía coincide con su valor real.

3. El papel de la demanda
A Marx se le acusa a menudo de haber ignorado el papel de la demanda, en el sentido de las necesidades de los consumidores, en la determinación de las relaciones de valor cuantitativo. El punto carece de importancia en la medida en que la discusión se limita a las proporciones del cambio en una sociedad de producción simple de mercancías, puesto que en esas condiciones la pauta de las necesidades del consumidor no juega ningún papel en la determinación de los valores de equilibrio.
Sin embargo, el problema del valor cuantitativo es más amplio que la mera cuestión de las proporciones del cambio, y de que incluye un estudio de la asignación cuantitativa de la fuerza de trabajo de la sociedad a las diferentes esferas de la producción en una sociedad de reproductores de mercancías. Cuando se concibe el problema en una forma tan amplia, no se puede prescindir ya de las demandas del consumidor. Así es que si se desea conocer tanto la proporción del cambio como la distribución del trabajo, es necesario contar con dos clases de información: sobre el coste relativo del trabajo, y sobre la intensidad relativa de la demanda de uno y otro. Dadas estas dos clases de información, se podrá determinar ya el equilibrio económico general de la sociedad. Es un “equilibrio” porque define el estado de cosas que, si no ocurre ningún cambio en las condiciones básicas, persistirá; y es general, porque no sólo se establece el valor, sino también las cantidades producidas y la distribución de la fuerza de trabajo de la sociedad.

Si Marx reconocía el papel que juega la demanda en determinar la asignación del trabajo social, se puede preguntar por qué, en el conjunto de su teoría sistemática, se ocupó de este factor tan breve y, se puede decir, casualmente. Hay dos razones: en primer lugar, bajo el capitalismo la demanda efectiva es sólo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores. Más importante aún es la cuestión básica de la distribución del ingreso, que a su vez es un reflejo de las relaciones de producción, la estructura de clase de la sociedad.
En la medida en que se acepta la proposición de que la demanda del mercado está dominada por la distribución del ingreso, parecería que no podemos escapar del todo a la conclusión de que los problemas del valor deben ser abordados por la vía de las valuaciones subjetivas de los consumidores. Marx desdeña las necesidades de los consumidores.
Lo que es en sí mismo relativamente estable y sólo reacciona a los cambios que se producen en cualquiera otra entidad, no sólo puede sino que debe recibir un puesto secundario en el plan analítico. Marx pensaba que las necesidades de los consumidores entran en la categoría de elementos reactivos de la vida social. Las necesidades, en la medida en que no surgen de requerimientos biológicos ni físicos elementales, son un reflejo del desarrollo técnico y organizacional de la sociedad, y no viceversa. El modo de producción de la vida material determina el carácter general de los procesos sociales, políticos y espirituales de la vida. No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino que, por el contrario, su existencia social determina su conciencia.

Los economistas ortodoxos, aunque en su mayoría abordan el problema del valor por la vía de una teoría de la opción por los consumidores, se han visto generalmente obligados en la práctica a reconocer la primacía de la producción y de la distribución del ingreso, siempre que tocan las cuestiones de la evolución económica.

Los keynesianos prestan poca atención a los problemas del valor subjetivo. La demanda juega un papel muy importante en su análisis, pero lo que tienen de ella está dominado por la distribución del ingreso, es decir, por las relaciones de producción existentes.


4. “Ley del valor” vs. “Principio de planeación”
Lo que Marx llamaba “ley del valor” resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías, que regula las proporciones del cambio de mercancías, la cantidad producida de cada una, y la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. La condición básica para la existencia de una ley del valor es una sociedad de productores privados que satisfagan sus necesidades por el cambio entre ellos.
La ley del valor es esencialmente una teoría de equilibrio general desarrollada en primer término con referencia a la producción simple de mercancías y adaptada después al capitalismo. La función de esta ley del valor consiste en explicar cómo sucede y cuál es el resultado. En la economía política de una sociedad socialista la teoría de la planeación debiera ocupar la misma posición básica que la teoría del valor en la economía política de una sociedad capitalista. El valor y la planeación son tan opuestos entre sí como el capitalismo y el socialismo.


5. El valor y precio de la producción
El precio, según la forma en que Marx usa el vocablo, es tan sólo la expresión monetaria del valor. Los precios de producción son modificaciones de los valores.

Los precios de producción se derivan de los valores de acuerdo con ciertas reglas generales; las derivaciones no son arbitrarias ni carecen de explicación. No sólo la teoría del precio de producción no contradice la teoría del valor, sino que se basa directamente en ella.


6. Precio de monopolio
La introducción de elementos de monopolio en la economía dificulta, por supuesto, el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las relaciones cuantitativas de producción y de cambio. En otras palabras, el control de la oferta por el monopolista le permite aprovecharse de las condiciones de la demanda. La demanda adquiere una significación especial, tanto el precio como la cantidad producida son diferentes de lo que serían en un régimen de competencia. Las discrepancias entre el precio de monopolio y el valor no están sometidas a ningunas reglas generales, como sucede con las discrepancias entre el precio de producción y el valor.

Antes de abandonar el tema del precio de monopolio un punto debe ser particularmente subrayado. Las relaciones de valor cuantitativo son perturbadas por el monopolio; las relaciones de valor cualitativo no.


IV. PLUSVALÍA Y CAPITALISMO

1. El capitalismo
Bajo la producción simple de mercancías cada productor posee y trabaja con sus propios medios de producción; bajo el capitalismo la propiedad de los medios de producción corresponde a un conjunto de individuos, mientras que otro realiza el trabajo. Además, tanto los medios de producción como la fuerza de trabajo son mercancías, unos y otra son objeto de cambio, y por lo mismo, portadores de valor de cambio. No sólo las relaciones entre propietarios, sino entre propietarios y no propietarios tienen el carácter de relaciones de cambio. La compra y la venta de la fuerza de trabajo es la differentia specifica del capitalismo.

En la producción simple de mercancías, el productor vende su producto a fin de comprar otros productos que satisfagan sus necesidades específicas. Empieza con mercancías, las convierte en dinero, y de ahí, una vez más, en mercancías. Marx designa este circuito simbólicamente como M- D- M. Bajo el capitalismo, por otra parte, el capitalista, actuando en su calidad de tal, se presenta en el mercado con mercancías (fuerza de trabajo medios de producción), y entonces, después de cumplido un proceso de producción, vuelve al mercado con un producto que convierte una vez más en dinero. Este proceso se designa como D- M- D. El dinero es el principio y el fin. Si la D del comienza tiene la misma magnitud que la del fin, carece de sentido todo el proceso. De ahí que el único proceso significativo desde el punto de vista del capitalista sea D- M- D’, en el que D’ es mayor que D. La transformación cuantitativa del valor de uso es reemplazada aquí por la expansión del valor de cambio como objetivo de la producción. El capitalita sólo tiene por qué desembolsar dinero a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción, si en esa forma puede adquirir una cantidad mayor de dinero. El incremento de dinero es lo que Marx llama plusvalía. Constituye el ingreso del capitalista como tal, suministra el fin directo y el incentivo determinante de la producción.

2. El origen de la plusvalía
Para descubrir el origen de la plusvalía es necesario analizar el valor de la mercancía fuerza de trabajo. En el sentido más estricto, la fuerza de trabajo es el trabajo mismo. Y puesto que la fuerza de trabajo es una mercancía, debe tener un valor como cualquier otra mercancía, pero, ¿cómo se determina el valor de esta “mercancía peculiar” ?
El valor de la fuerza de trabajo se determina, como en cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo necesario para la producción. El tiempo de trabajo requerido para la producción de fuerza de trabajo se reduce al necesario para la producción de los medios de subsistencia.


El valor de la fuerza de trabajo se reduce al valor de una cantidad más o menos precisa de mercancías ordinarias. El capitalista llega al mercado con dinero y compra maquinaria, materiales y fuerza de trabajo. Los combina después en un proceso de producción del que resulta un volumen de mercancías que son lanzadas de nuevo al mercado. Marx supone que el capitalista compra lo que compra a sus valores de equilibrio, y vende lo que vende a su valor de equilibrio. Y sin embargo, al final tiene más dinero que cuando empezó. En algún punto del proceso se ha creado más valor, o plusvalía, ¿cómo es eso posible?. Que la fuente de trabajo sea también la fuente de la plusvalía. El capitalista compra la fuerza de trabajo en su valor, es decir, paga al obrero como salario una suma correspondiente al valor de los medios de subsistencia del obrero. Un valor en exceso del necesario para compensar sus medios de subsistencia; es, en suma, plusvalía que el capitalista puede tomar para sí.

Con su trabajo de un día el trabajador produce más que sus medios de subsistencia de un día. En consecuencia, la jornada puede dividirse en dos partes, trabajo necesario y trabajo excedente. Bajo las condiciones de la producción capitalista el producto del trabajo necesario va a poder del obrero en forma de salario, mientras que el capitalista se apropia el producto del trabajo excedente en la forma de plusvalía. Lo específico del capitalismo es entonces, no el hecho de la explotación de una parte de la población por otra, sino la forma que asume esta explotación, a saber, la producción de plusvalía.

3. Los componentes del valor
El valor de cualquier mercancía producida en las condiciones del capitalismo se puede dividir en tres partes. La primera, que sólo representa el valor de los materiales y la maquinaria usados, “el capital constante”. Se designa con la letra c. La segunda, la que restituye el valor de la fuerza de trabajo, “capital variable”. La representa la letra v. La tercera es la plusvalía misma, representada por la letra p. Podemos formular así el valor de una mercancía:

c + v + p = valor total

Dos comentarios hay que hacerse en este momento. Primero, debe notarse que la fórmula que se acaba de introducir es en realidad una versión simplificada de los balances modernos de empresas. Segundo, si la fórmula se extiende hasta inducir toda la economía, nos proporciona un armazón conceptual para el manejo de lo que usualmente se llama el ingreso nacional.


4. La tasa de la plusvalía
La fórmula c + v + p constituye la espina dorsal de la analítica, por decirlo así, de la teoría económica de Marx. Ciertas proporciones que se derivan de ella son, entre otras, la tasa de plusvalía. Se define como la proporción de la plusvalía con respecto al capital variable, y se designa con una p’:

p/ v = p’ = tasa de la plusvalía

La tasa de la plusvalía es la forma capitalista de lo que Marx llama la tasa de explotación, es decir, la proporción de trabajo excedente con respecto al trabajo necesario. Supongamos así que el día de trabajo es de doce horas, y que seis horas corresponden a trabajo necesario y seis horas a trabajo excedente. Entonces, en cualquier sociedad en que una clase explotadora se apropie el producto del trabajo excedente, tendremos una tasa de explotación dada por la proporción siguiente:




6hs./ 6hs. = 100 por ciento

Los dos conceptos, tasa de explotación y tasa de plusvalía, pueden ser usados con frecuencia el uno en lugar del otro, pero es importante recordar que el primero es el concepto más general aplicable a todas las sociedades de explotación, mientras que el
segundo sólo se aplica al capitalismo.
La magnitud de la tasa de plusvalía es directamente determinada por tres factores: la duración del día de trabajo, la cantidad de mercancías que entran en el salario real, y la productividad del trabajo.

La tasa de plusvalía puede elevarse ya sea por una extensión del día de trabajo o por una rebaja del salario real, por un aumento de la productividad del trabajo, o bien, finalmente, por alguna combinación de las tres operaciones. En caso de aumento en la duración del día de trabajo, Marx habla de la producción de plusvalía absoluta, en tanto que de la rebaja del salario real o del aumento de la productividad que conducen a una reducción del trabajo necesario, resulta la producción de plusvalía relativa. Marx trabaja casi siempre con la suposición simplificada de que la tasa de plusvalía es igual en todas las ramas de la industria y en todas las empresas dentro de cada industria. Esta suposición implica ciertas condiciones que nunca se dan sino parcialmente en la práctica. Primero, debe haber una fuerza de trabajo homogénea, intransferible y móvil. Segundo, cada industria y todas las empresas dentro de cada industria deben emplear exactamente la cantidad de trabajo que sea solamente necesaria en las circunstancias existentes. En consecuencia, se puede decir que la suposición no es más que una idealización de las condiciones reales.


5. La composición orgánica del capital
La segunda proporción que se deriva de la fórmula c + v + p es una medida de la relación del capital constante con el capital variable, en el capital total usado en la producción. Marx llama a esta relación la composición orgánica del capital. Tenemos entonces:

c/ c + v = o = composición orgánica del capital

La composición orgánica del capital es una medida de la amplitud en que el trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria en el proceso productivo.



6. La tasa de la ganancia
Para el capitalista la proporción crucial es la tasa de la ganancia, o en otras palabras, la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total del capital. Si designamos a este con una letra g tenemos:

p/ c + v = g = tasa de la ganancia

Es preciso indicar algunas cosas. En primer lugar, identificando directamente la plusvalía con la ganancia suponemos que no hay que pagar ninguna porción de la plusvalía al propietario en la forma de renta. En segundo lugar, la fórmula p/ c + v muestra la tasa de la ganancia sobre el capital realmente empleado en la producción de una mercancía dada. El capitalista calcula usualmente la tasa de la ganancia sobre su inversión total por un periodo de tiempo dado. Pero la total inversión no es generalmente igual que el capital empleado durante un año, ya que el tiempo de rotación de los distintos elementos de la inversión total varía grandemente. Marx hace la suposición de que todo capital tiene un idéntico periodo de rotación de un año. En cuanto a los factores que determinan la tasa de la ganancia, es fácil demostrar que son idénticos a los factores que determinan la tasa de la plusvalía y la composición orgánica del capital. Así, a pesar de que la tasa de la ganancia es la variable crucial desde el punto de vista del comportamiento del capitalista, para fines de análisis teórico debe mirársela como dependiente de las dos variables más fundamentales, la tasa de la plusvalía y la composición orgánica del capital.
Como en el caso de la tasa de la plusvalía, también en el de la tasa de la ganancia se supone la igualdad general entre las industrias y las empresas.

Es inevitable la conclusión de que en el mundo real de la producción capitalista, la ley del valor no ejerce un control directo. De ningún modo se justifica que la teoría del valor debe ser desechada.

Suponer iguales las composiciones orgánicas del capital no debe confundirse con las suposiciones de iguales tasas de la plusvalía e iguales tasas de la ganancia. Estas últimas tienen su justificación en tendencias reales existentes en una economía capitalista de competencia.

V. LA ACUMULACIÓN Y EL EJÉRCITO DE RESERVA

1. La reproducción simple
La Reproducción Simple se refiere a un sistema capitalista que conserva indefinidamente las mismas dimensiones y las mismas proporciones entre sus diversas partes. Para que se cum­plan estas condiciones es necesario que los capitalistas repongan cada año el capital gastado o usado y empleen toda su plus­valía en el consumo; y que los obreros gasten todo su salario en el consumo. Si no se llenaran estos requisitos tendría lugar una acumulación o bien un agotamiento de la existencia de medios de producción.

Para que se cumplan las condiciones de la Reproducción Sim­ple, el capital constante usado debe ser igual a la producción total de la rama de bienes de producción, y el consumo combinado de capitalistas y obreros debe ser igual a la producción total de la rama de artículos de consumo.

El valor del capital constante usado en la rama de artículos de consumo debe ser igual al valor de las mercancías consumidas por los obreros y capitalistas dedicados a producir medios de produc­ción. Si se satisface esta condición, la escala de la producción no cambia de un año al siguiente.

La producción se divide en dos amplias categorías: producción total de medios de producción y producción total de artículos de consumo. Ambas, tomadas en su conjunto, constituyen la suma de la oferta social de mercancías. El ingreso, por otra parte, podemos decir que se divide en tres categorías: el ingreso del capitalista que éste debe gastar en medios de producción si ha de mantener su posición como capitalista, el ingreso del capitalista que éste es libre de gastar en el consumo (plusvalía) y el ingreso del trabajador (salario). Sin embargo, puesto que hay capitalistas y obreros en las los grandes ramas de la producción, quizá sea mejor decir que el ingreso se divide en seis categorías, tres por cada rama.

El plan de reproducción es en esencia un expe­diente para mostrar la estructura de las ofertas y demandas en la economía capitalista, en términos de las clases de mercancías producidas y de las funciones de quienes perciben los ingresos. Debe agregarse, sin embargo, que del plan como tal no es posible hacer ningunas deducciones causales; el plan provee un armazón, no un sustituto, para la investigación ulterior.

2. Las raíces de la acumulación
La Reproducción Simple implica la abstracción de lo más esencial en el capitalista, a saber, su interés en ampliar su capital. Realiza esto convirtiendo una parte -a menudo la mayor- de su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentado le permite entonces apropiarse aún más plusvalía, que a su vez convierte en capital adicional y así sucesivamente. Este es el proceso conocido como acumu­lación del capital; constituye la fuerza motriz del desarrollo capitalista.

La forma de circulación D-M-D', en la que el capitalista ocupa la posición clave, es, objetivamente, un proceso de expansión del valor. Este hecho se refleja en el fin subjetivo del capitalista. No es de ningún modo una cuestión de propensiones o instintos hu­manos innatos; el deseo del capitalista de aumentar el valor que controla (de acumular capital) proviene de su posición especial en una forma particular de organización de la producción social. La mayor cantidad de plusvalía y también, por lo mismo, el mayor poder de acumulación corresponde al capitalista que emplea los métodos técnicos más avanzados y eficientes; en consecuencia, el afán de perfeccionamiento es general.

Los capitalistas quieren a la vez acumu­lar y consumir; cuando hacen lo uno ello puede considerarse como abstinencia de lo otro; pero el ver la cuestión de esta manera no, explica nada. La idea es que, finalmente, los ca­pitalistas desean consumir todo lo que poseen. No lo hacen desde luego porque esperan podrán consumido con interés en el futuro. Esta es la reductio at absurdum de una adhesión consecuente a la suposición de que todo proceder económico está encaminado a satisfacer necesidades de consumo.

3. La acumulación y el valor de la fuerza de trabajo: planteamiento del problema
Se podría presentar en este punto un plan de reproducción que Marx llama Reproducción Ampliada en contraste con la Reproducción Simple, mostrando la interrelación de las ofertas y las demandas cuando la acumulación es tomada en cuenta, es decir, cuando los capitalistas no consumen ya totalmente la plusvalía, sino que ésta se divide en tres partes, una que con­sumen los capitalistas, otra que se agrega al capital constante y una tercera que se suma al capital variable. Nos interesa investigar los efectos de la cantidad acrecentada del capital variable, la demanda acrecentada de fuerza de trabajo, que va implícita en el proceso de acumulación.

Del hecho indudable de que la acumulación implica un aumento en la demanda de fuerza de trabajo. Ahora bien, cuando aumenta la demanda de Una mercancía cualquiera, Su precio sube asimismo; y esto lleva consigo una desviación del precio respecto del valor. La fuerza de trabajo no es una mercancía ordinaria. Bajo el capitalismo, en general, el mecanismo equilibrador de la oferta y la demanda está ausente en el caso de la fuerza de trabajo.

La acumulación eleva la demanda de fuerza de trabajo y no es ya lícito suponer la igualdad entre los salarios y el valor de la fuerza de trabajo. La plusvalía, que es esencial para la existencia del capitalismo; depende de la diferencia que existe entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor de la mercancía que el trabajador produce.

"El trabajo --dice Ricardo- como todas las demás cosas que se compran y se venden, y que pueden aumentar o disminuir en cantidad, tiene su precio natural y su precio de mercado. El precio natural del trabajo es el precio necesario para que los trabajadores, uno con otro, puedan subsistir y perpetuar su raza, sin aumento ni disminución”. El mecanismo necesario para asegurar el que los salarios permanezcan más o menos al nivel convencional de subsistencia, reside en una teoría de la pobla­ción.

4. La solución de Marx: el ejército de reserva del trabajo

Las exigencias del capital que se acumula pueden exceder el aumento de la fuerza de trabajo o del número de trabajadores; la demanda de trabajadores puede exceder la oferta y, por consiguiente, los salarios pueden subir. La ele­vación de salarios "no puede nunca alcanzar el punto en que amenazase al sistema mismo".
La solución de Marx a este problema gira alrededor de su famoso concepto del "ejército de reserva del trabajo", o como también lo llamó, la "población excedente relativa". El ejército de reserva consiste de obreros desocupados que, mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una pre­sión constante, hacia abajo, en el nivel del salario.
El ejército de reserva se recluta principalmente entre aquellos que han sido desplazados por la maquinaria, "sea que esto tome la forma más ostensible del despido de trabajadores em­pleados ya, o la forma menos evidente pero no menos real de la más difícil absorción de la población trabajadora adicional por los cauces usuales"

Al introducir maquinaria, por lo tanto, no hace más que tratar de reducir su nómina de pagos. El efecto neto de esta conducta general de los capitalistas, sin embargo, es el de provocar el desempleo, que a su vez actúa sobre el nivel del salario mismo. De aquí se sigue que mientras más fuerte sea la tendencia de los salarios a subir, más fuerte será también la presión del ejército de reserva para contrarres­tada, y viceversa.

La maquinaria que ahorra trabajo "libera" obreros sin libe­rar el capital variable necesario para su empleo en otras partes, y, por lo tanto, su reempleo depende principalmente de la acumulación adicional. Marx describe aquí una de las causas fundamentales de las crisis. Junto a la eliminación del trabajo por la maquinaria, las crisis y las depresiones toman su lugar como mecanismo capitalista es­pecífico para reconstruir el ejército de reserva cada vez que éste se ha reducido a proporciones peligrosamente pequeñas. Deja­mos para más tarde la elaboración del tema. Aquí sólo nece­sitamos tomar nota de que a través de su relación con el ejército de reserva, el problema de las crisis ocupa una posición central en el sistema teórico de Marx.

En la fase de Prosperidad del ciclo económico el Empleo Industrial gana a expensas del Ejército de Reserva; por otra parte, a la crisis y la depresión corresponde una contracción del Empleo Industrial mientras el Ejército de Reserva crece. En la teoría de Marx, sin embargo, el sistema de producción incluye tanto el Empleo Industrial como el Ejército de Reserva. Sea cual fuere la suposición que hagamos con respecto a facto­res exteriores al sistema (población) queda en pie el hecho de que éste contiene en sí un mecanismo para regular el nivel de los salarios y, por lo tanto, para mantener el de las ganan­cias

5. La naturaleza del proceso capitalista
La economía política clásica, se inclinó siempre a predecir el fin inminente del progreso económico. El razona­miento era elevado y convincente en su simplicidad. La acumu­lación estimula indirectamente el desarrollo de la población; el aumento del número de habitantes obliga a recurrir a tierras inferiores; las cosas necesarias para la vida sólo pueden produ­cirse, por consiguiente, a un costo sin cesar creciente en térmi­nos de horas-hombre. Esto implica un alza en el valor del tra­bajo y, en consecuencia, de los salarios como una proporción del producto total; y, por lo mismo, también, un descenso de la ganancia como una proporción del producto total. El progreso económico debe ser finalmente detenido por dos leyes naturales preponderantes e inmutables: la ley de la población y la ley de los rendimientos decrecientes.

En tanto que en la teoría clásica los cambios en los métodos de producción son considerados como dependientes de inven­ciones y descubrimientos esencialmente fortuitos, en la teoría de Marx se convierten en condiciones necesarias para prolongar la existencia de la producción capitalista.

VI. LA TENDENCIA DESCENDENTE DE LA TASA DE LA GANANCIA

1. La formulación de la ley por Marx
La productividad del trabajo crece de continuo; desde otro punto de vista quiere decir que la composición orgánica del capital (la proporción del desembolso del capitalista en materiales y maquinaria con respecto al desembolso total) exhi­be también un curso ascendente sostenido. De estos cursos indis­cutibles derivó Marx su famosa "ley de la tendencia descenden­te; de la tasa de la ganancia".

La tasa de la ganancia puede expre­sarse en términos de la tasa de la plusvalía y la composición orgánica del capital, con la fórmula siguiente:
g=p' (1-0)

La Teoría de la Ley para él era muy importante. Demostraba que ciertos obstáculos inter­nos se oponían al desarrollo indefinido de la producción capita1ista. Por una parte, una composición orgánica ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del trabajo; por otra parte, la tasa descendente de la ganancia que la acompaña tiene que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista.

2. Las causas contrarrestantes
Marx enumera seis "causas contrarrestantes" que "contrarres­tan y anulan" la ley general de la tasa descendente de la ganancia, "dejándole tan sólo el carácter de una tendencia":

Abaratamiento de los elementos del capital constante. El uso creciente de maquinaria, elevando la productividad del tra­bajo, disminuye el valor por unidad del capital constante. En otras palabras, un aumento dado en la composición orgánica del capital, haciendo bajar el valor del capital constante, actúa en cierta medida como su propio correctivo. Como lo indica Marx, la compensación puede ser muy importante, llegando hasta el punto de anular total­mente el aumento inicial.

Aumento de la intensidad de explotación. Aquí Marx hace hincapié en la prolongación de la jornada de trabajo y en lo que hoy se llamaría "acelerar" (speed-up) y "estirar" (stretch­out). La prolongación de la jornada de trabajo eleva directa­mente la tasa de la plusvalía, aumentando la cantidad de traba­jo excedente sin afectar la de trabajo necesario.

Depresión de los salarios más abajo de su valor. La prác­tica de reducción de salarios, que los capitalistas están dispuestos a adoptar cada vez que pueden, Marx meramente la men­ciona de paso, puesto que se apoya en la suposición general de que todos los precios y salarios están determinados por el mercado, y esta suposición rechaza la posibilidad de una polí­tica de salarios agresiva por parte de los capitalistas.

Sobrepoblación relativa. El uso creciente de maquinaria, que en sí mismo significa una más alta composición orgánica del capital, deja libres a cierto número de trabajador es y crea así la "sobre­población relativa" o el ejército de reserva. Marx hace hincapié en el punto de que la existencia de trabajadores desocupados conduce a la instalación de nuevas industrias con una compo­sición orgánica del capital relativamente baja y, por lo mismo, una tasa de la ganancia relativamente alta.

Comercio exterior. A menudo el comercio exterior hace po­sible adquirir materias primas y artículos necesarios para la vida, más baratos que si se produjeran en el país. "En la medi­da en que el comercio exterior abarata en parte los elementos del capital constante, y en parte los artículos necesarios para la vida por los cuales se cambia el capital variable, tiende a elevar la tasa de la ganancia elevando la tasa de la plusvalía y reduciendo el valor del capital constante”. Este factor, por consiguiente, entra en las dos clasificaciones de las causas con­trarrestantes.

3. Una crítica de la ley
¿Se justifica, sin embargo, el suponer al mismo tiempo una tasa constante de la plusvalía? Es preciso tener claridad sobre las implicaciones de esta últi­ma suposición. Una composición orgánica ascendente del capital va de la mano con la creciente productividad del trabajo. Si la tasa de la plusvalía permanece invariable, esto significa que tiene lugar una elevación de los salarios reales, exacta­mente proporcional al aumento en la productividad del trabajo. La productividad acrecentada del trabajo del obrero beneficia a éste en igual grado que al capitalista. Si bien puede no haber ninguna objeción lógica a la suposición que conduce a este resultado, hay, sin embargo, razones para dudar que sea co­rrecta.

Una de las concomitantes normales de la productividad del trabajo acre­centada, en las condiciones del capitalismo, es la creación de un ejército industrial de reserva, que ejerce una influencia deprimente sobre los salarios y por este medio tiende a elevar la tasa de la plusvalía. Esta es precisamente una de las características que distinguen al capitalismo: que el trabajo pasado, en forma de capital constante, mantiene una relación de competencia con el trabajo viviente y frena las demandas de este último. La suposición de una tasa constante de la plusvalía con la produc­tividad ascendente del trabajo parece pasar por alto este efecto.

Puede decirse que Marx tomó en cuenta este problema inclu­yendo la sobrepoblación relativa entre las causas contrarres­tantes de la tasa descendente de la ganancia, y desde un punto de vista formal puede convenirse en ello. Pero no parece muy prudente considerar una parte integrante del proceso de la productividad ascendente en forma separada y como un factor de contrapeso; es un procedimiento mejor el de reconocer desde el principio que la productividad ascendente tiende a llevar consigo una tasa más alta de la plusvalía.

Pero de la mano con la productividad creciente del trabajo, va, como hemos visto, el abaratamiento del trabajador, y, por consi­guiente, una tasa más alta de la plusvalía, inclusive cuando los salarios reales se elevan. Estos últimos nunca suben proporcional­mente a la fuerza de trabajo productiva. Una más alta productividad va invariable­mente acompañada por una tasa más alta de la plusvalía.

Si se supone que tanto la composición orgánica del capital como la tasa de la plusvalía son variables, como creemos que debiera hacerse, entonces la dirección en que la tasa de la ganancia cambiará se hace indeterminada. Todo lo que pode­mos decir es que la tasa de la ganancia bajará si el porcentaje de aumento en la tasa de la plusvalía es menor que el porcen­taje de disminución en la proporción del capital variable con respecto al capital total.

¿Es lícito suponer que los cambios en la composición orgánica del capital serán, por lo común, relativamente, tan superiores a los cambios en la tasa de la plusvalía que los primeros dominarán los movi­mientos en la tasa de la ganancia? Si es así, la suposición de Marx de una tasa constante de la plusvalía pudiera considerarse como un recurso útil para enfocar la atención en el elemento más importante de .la situación, y podría justificarse el consi­derar los cambios en la tasa de la plusvalía como una "causa contrarrestante". En términos físicos es seguramente verdad que la cantidad de maquinaria y materiales por obrero ha mostrado una tendencia a crecer muy rápidamente, por lo menos durante el último siglo y medio. Pero la composición orgánica del capital es una ex­presión de valor y debido la productividad del trabajo en ascenso constante, el crecimiento en el volumen de maquinaria y materiales por obrero no debe considerarse como un índice del cambio en la composición orgánica del capital.

Realmente, la impresión general de la rapidez del crecimiento de la com­posición orgánica del capital parece ser considerablemente exagerada. No hay nin­guna suposición general de que los cambios en la composición orgánica del capital serán relativamente tan superiores a los cambios en la tasa de la plusvalía que los primeros dominarán los movimientos en la tasa de la ganancia. Por el contrario parecería que debemos considerar las dos variables como de importancia aproximadamente coordinada. Tras de la composición orgánica ascendente del capital está el proceso de la acumulación de capital, y es aquí donde debemos bus­car las fuerzas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia.

Una cosa parece totalmente segura, sin embargo, y es que el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía, y en esa forma, a acrecentar el volumen de la plusvalía más allá de lo que éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgá­nica del capital. Por lo tanto, inclusive si el efecto es el de deprimir más aún la tasa de la ganancia, los actos de los capi­talistas al elevar la composición orgánica del capital no carecen de cierta justificación objetiva desde el punto de vista de la clase capitalista en su conjunto.

Por último, antes de abandonar el tema de los movimientos en la tasa de la ganancia, debemos hacer notar que existen otras fuerzas, además de las mencionadas hasta ahora, que son im­portantes a este respecto. Tales fuerzas pueden ser clasificadas en aquellas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia y aquellas que tienden a elevada. Entre las fuerzas tendientes a deprimir la tasa de la ganancia podemos mencionar, 1) los sindicatos, y 2) la acción del estado en beneficio de los trabaja­dores; entre las fuerzas tendientes a elevar la tasa de la ganan­cia podemos mencionar, 3) las organizaciones patronales, 4) la exportación de capital, 5) la formación de monopolios, y 6) la acción del Estado en beneficio del capital. (La enumera­ción, naturalmente, está lejos de ser completa).


CAPITULO 8: LA NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS.

Marx nunca perdió de vista el problema de las crisis. En el Manifiesto, hablaba de las “crisis comerciales que por su repetición periódica ponen a prueba la vida de toda sociedad burguesa, cada vez más amenazadoramente”.

Las crisis son fenómenos extraordinariamente complicados. Una gran variedad de fuerzas económicas les da forma en mayor o menor medida. “La crisis real puede explicarse solo por el movimiento real de la producción capitalista de la competencia y del crédito”. Por “competencia” y crédito entendía toda estructura de organización de los mercados y el mecanismo financiero que hace la economía real mucho más complicada que los sistemas de tipo que fueron analizados en El Capital.

Resultó sin embargo, que las crisis tuvieron que quedarse en la lista de las tareas inconclusas.

1. La producción simple de mercancías y las crisis

Una moneda o medio de circulación bien aceptado y más o menos estable es un rasgo necesario de una sociedad que ha avanzado mas allá de la etapa de trueque ocasional.

El productor no está ya obligado a buscar as alguien que tenga lo que el necesita, y que al mismo tiempo, necesite lo que el tiene. El uso de la moneda le permite vender su producto cuando está terminado y comprar a su satisfacción lo que le falta. De este modo se ahorra mucho tiempo y resulta posible la verdadera especialización.

Si el productor A vende, y después por una razón cualquiera, deja de comprar a B, este, no habiendo logrado vender a A, no puede comprar a C; y este no habiendo podido comprar a B, no puede vender a D; Y así sucesivamente.

Cada productor ha producido más de lo que puede vender. Mientras que en formas anteriores de la sociedad el desastre económico es sinónimo de escasez insólita, encontramos aquí por la primera vez esa forma peculiarmente civilizada de la crisis económica, la crisis de sobreproducción. En este caso, sería absurdo decir que la causa de la crisis es la sobre producción; Por el contrario, es obvio que la sobreproducción es el resultado de la crisis.

2. La ley de Say
Uno de los ejemplos mas claros, nos lo ofrece lo que conocemos como la “ Ley de los mercados de Say”, la cual sostiene que a una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad; En otras palabras, que no puede interrumpirse la Ley M-D-M, y, que por tanto, no puede haber crisis ni sobreproducción.

La Ley de Say transforma esto en el dogma de la imposibilidad. La tesis correcta de que la crisis y la sobreproducción son improbables bajo la producción simple de mercancías, se convierte en la tesis falsa de que las crisis y la sobreproducción son imposibles en cualesquiera circunstancias.

El dinero es algo más que “el medio por el cual se efectúa el cambio”, es el medio por el cual el cambio se divide en dos transacciones separadas y distintas, la venta y la compra.

3. El capitalismo y las crisis

La forma de circulación M-D-M, que es la característica simple de la circulación de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en D-M-D. Desde el punto de vista de la circulación esta es la diferencia fundamental entre ambas.

El fundamento racional de M-D-M es claro. En lo que concierne al valor de cambio, la M al comienzo y la M al final, son idénticas. Desde el punto de vista del valor de uso, sin embargo la primera M no posee ninguno para su productor, o en todo caso, solo un pequeño valor de uso en tanto que la segunda M redesea porque su valor es mayor.

Esto es lo que se quiere decir cuando se dice que la producción simple de mercancías es producción para el consumo, y es todo lo que explica la improbabilidad de las crisis y de la sobre producción en condiciones de la producción simple de mercancías.

Antes de que consideremos la relación entre D-M-D y las crisis debe notarse que la forma de circulación D-M-D no deja simplemente de existir o de ser pertinente con la aparición de la producción capitalista. Sin duda, para la mayoría de los trabajadores, la circulación sigue tomando la forma M-D-M. El obrero comienza con una mercancía, la fuerza de trabajo, que en el mejor de los casos tiene para él un valor de uso muy limitado, convierte su fuerza en trabajo y en dinero, y, finalmente emplea el dinero en adquirir artículos necesarios y en procurarse comodidades.

La forma específica de la crisis capitalista es una interrupción del proceso de la circulación provocada por un descenso en la tasa de ganancia más allá del nivel ordinario.

Los teóricos modernos empiezan en un novel de abstracción mas bajo que Marx: para ellos la clase capitalista se divide en dos secciones: la de los empresarios que organizan y dirigen procesos de la producción, y la de los poseedores de capital en dinero, que suministran bajo forma de préstamos a interés los fondos que los empresarios necesitan para sus operaciones.

Bajo estas suposiciones, el empresario pensará que vale la pena intervenir en capital, mientras la tasa de ganancia que percibe sea mayor que el tipo de interés que está obligado a pagar. Tan pronto la tasa de ganancia cae por debajo del tipo de interés, en cambio el empresario no tiene ya motivo para invertir; la cricualcion se interrumpe y sobreviene la crisis.

4. Los dos tipos de crisis
El proceso de acumulación de capital lleva consigo la tendencia de la tasa de ganancia a descender. Si esta tendencia no se elimina constante y gradualmente, parece calro que el resultado pueden ser las crisis.

El punto es obvio cuando se aplica a una sola mercancía; si se produce demasiado, el precio del mercado cae por debajo del valor, y la ganancia se reduce o desaparece. Si esto ocurre en un número suficiente de industrias al mismo tiempo, el resultado es un descenso general en la tasa de ganancia, seguido de una crisis.

Es importante advertir la diferencia entre las crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia y las crisis de realización. El capitalista práctico, probablemente, no verá ninguna diferencia; para el la dificultad estriba siempre en la lucratividad insuficiente, sea cual fuere su causa.

En un caso tenemos que ver con movimientos en la tasa de plusvalía y en la composición del capital, quedando intacto el sistema de valor; En el otro, tenemos que ver con fuerzas todavía no especificadas, que tienden a crear un déficit general en la demanda efectiva de mercancías.

El punto de partida de la crisis en ambos casos es un descenso de la tasa de ganancia; Pero lo que está detrás del descenso en la tasa de la ganancia en un caso, requiere un análisis muy diferente3 del que requiere lo que está detrás del descenso en la tasa de la ganancia del otro.

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